Me he pasado un tiempo totalmente alejado del mundanal
ruido, apartado de toda relación social en la más absoluta de las soledades.
Vamos, lo que viene siendo encerrado en casa tocándome las bolas sin hacer
nada, aparte de no morir de inanición y comido por la mugre y pelusas que
tenían a bien visitarme a casa.
El caso es que ha sido una época de introspección y
autoconocimiento. Sentía la necesidad de saber quien era yo mucho mejor que
cualquier otra persona y la verdad es que ha sido una época de lo más
enriquecedora y productiva. Mucho más de lo que podría llegar a imaginar.
Me he dado cuenta de que soy una persona inquieta, amante
del deporte y la acción. Me encanta la naturaleza y estar al aire libre
realizando las más dispares actividades lúdicas.
Mi gran sed de conocimiento
hace que no pueda pasar más de una semana sin visitar un museo o darme una
vuelta por la filmoteca nacional. Ver la exposición más "in" o
visionar un clásico en blanco y negro es un placer para mis sentidos. Claro
está, tras la película, obligatoria discusión café en ristre con un nutrido
grupo de culturetas bufanda al cuello y obras completas de Faulkner bajo el
brazo.
El dormir, si bien es un placer, he de admitir que a partir
de las 6 am lo considero una pérdida de tiempo. Ardo en ganas, una vez los
primeros rayos de sol asoman por mi ventana, de dar un salto y empezar un día
apasionante lleno de actividades enriquecedoras.
Así soy… sin querer ser una persona engreída, esta es la
conclusión a la que he llegado.
Pero claro, no todo va a ser tan maravilloso ni todo va a
ser tan bonito. También he llegado a la conclusión de que soy una persona muy
tímida… timidísima. Me importa lo que la gente piense de mi, tengo pánico a que
el hecho de ser alguien tan activo, tan inquieto, tan ávido de conocimiento,
despierte las envidias y críticas de todo aquel que me rodea, me conozca o no.
Es por ello que mi comportamiento real diste mucho del que
detallo en este texto, mi afición a dormir, a pasar largas sesiones de sofá en
posición horizontal, a que las únicas visitas a la calle sean para bajar al bar
más cercano con la cerveza más fría y tapas más grasientas, no es si no
consecuencia de mi gran timidez. No puedo evitarlo.
Pero no os fiéis, todo son falsas apariencias, no soy quien
parezco ser por mucho que creáis.