martes, 16 de agosto de 2011

Los 40 Impresentables


Guau guau guau… pío pío pío…

Permitidme que hoy me ponga en plan el gran Joaquín Luqui con el post de hoy y es que vamos a intentar hablar de música  (por llamarlo de alguna manera… lo de música, me refiero).

El panorama musical está plagado de personajes que si nos paramos a pensarlo, son la viva estampa de ese refrán que dice: cría fama y échate a dormir.

Me explico. El caso es que hay gente que merecida o inmerecidamente (la mayor de las veces), se hacen un hueco en el panorama musical y sea español o del resto del extranjero. A partir de ese momento, la gente es capaz de tragarse cualquier truño que les ofrezcan y estar dispuesto a mover las caderas con las creaciones más… ¿infumables? ¿horteras?

Admito que mis gustos musicales pueden llegar a ser particulares, que el tipo de música que ofrece esta tropa de genios no me provoca lo más mínimo. Pero marcarse las versiones que se marcan o realizar canciones usando samplers de canciones antiguas e intentar vender como novedoso lo que no lo es, yo lo calificaría como una tomadura de pelo. Pero bueno, ahí los tenemos, vendiendo y llenando pistas de baile.

Bueno, hagamos un top de mis favoritas.

1º, se nos presenta un tío que con canciones en las que la gente silbaba, ha llenado sus bolsillos. Pues bien, ahora se nos destapa con una versión de “Far L’amore” de Rafaela Carrá del todo inclasificable. Lo que más me alucina es que escuchando Radio3 (templo musical radiofónico), el locutor se desplegaba en alabanzas sobre ésta versión. Juzguen ustedes que yo seguiré buscando en el vídeo en qué momento sale la cabra de los gitanos a bailar.

2º, por méritos propios no puede faltar King África. Se atreve a vendernos un clásico patrio como es La Ramona, eso sí, se ayuda del creador. Fernando Esteso, gran actor donde los “aiga”.

3º, hay un personaje llamado Pitbull que está que lo peta y esta vez se nos junta con otra gran creadora musical para vendernos como nuevo una cosa que ya me irritaba bastante en mi época moza, la lambada. Vale, aceptamos que estás jamona chica… pero el producto que vendes está muy revenido. Aun así, te felicito, se lo has colado al consumidor como caviar de primera.

4º, los Black Eyed Peas, jo… a estos aunque no me gustan los tenía en relativa buena estima, pero claro, tras recuperar Time of my Life de la película Dirty Dancing se han ganado la mención.

5º, esta es una canción ya de hace un par de años creo. Pero se lo merece, aparte de porque por lo menos debería meter 5 canciones para que me quede una cifra redonda. Tenemos un personaje que como todos los de esta clase van con pinta de chungos lo cual me hace sospechar que es debido a que de pequeños les robaban en el recreo el bocata de nocilla (ahora solo verle, parece que se está comiendo todos los que le robaron). Bueno, ¿qué esperar de alguien que hace un sampler de Verano Azul en plan “soy más duro que Chuck Norris”  y rodeado de tías jamonas? Sobra todo comentario.

Aceptemos que para gustos los colores, así que majos, ¿por qué no os lo curráis un poco y hacéis algo nuevo? No sé Rihanna no me provoca especialmente, pero al menos ofrece algo nuevo (bueno, se pasa con sus insinuaciones), Beyoncé aparte de gritar y enseñar jamón (tela los muslacos que gasta) hace cosas nuevas y la Ga Ga me irrita, sí… pero aporta algo.

Aun así, el problema creo que está en el consumidor que es capaz de tragarse cualquier cosa.

martes, 9 de agosto de 2011

Mamá está en la peluquería


Hoy estoy dedicado a reivindicar la labor social de ciertos lugares y que por ende deberían de verse beneficiados por parte de las autoridades públicas competentes de alguna manera. Esto no sería más que el reconocimiento a una labor que inconsciente, desinteresada o quien sabe si inconscientemente desinteresada.

Me voy a centrar en las peluquerías y más en concreto en las peluquerías de señoras, aquellas que visitan nuestras entrañables ancianitas. Podríamos decir que realizan una labor supletoria a los centros de día para la tercera edad, ya que aquellas que pudiendo ir al centro de día de su localidad a ponerse al día de los chafardeos cotidianos, ya sea del barrio, población o comarca, en las peluquerías encuentran eso y mucho más:

  • un Hola, Lecturas o Diez Minutos (cuenta la leyenda que una muy avezada hasta llegó a tener en sus manos el Cosmopólitan) para ampliar el radio de acción de sus conocimientos a zonas de más glamour o caspa (según se mire)
  • una persona que no tiene más remedio que aguantar la chapa que suelte la señora mientras la tiñe, arregla el moño o lo que sea. Toda una profesional que debería recibir un plus en su nómina, todo hay que decirlo
  • un plantel de iguales, que encantadas de la vida por matar el tiempo de espera a que les llegue el turno de ser atendidas, están dispuestas a darle a la sin hueso sin parar

Todo esto no deja de ser una terapia, que dado que no está cubierta por la Seguridad Social, ha de ser abonada y pagan gustosamente. Y con el gran añadido, no olvidemos, de que ellas salen del establecimiento sintiéndose más guapas y hermosas amén de puestas al día.

Desde aquí mi reclamación a que si las instituciones públicas subvencionan, por poner un ejemplo, líneas aéreas por traer pasajeros a un aeropuerto a todas luces ruinoso, ¿por qué no hacer lo mismo con las peluquerías de señoras? Es más, aquí sabemos que el beneficio es palpable: mejora del conocimiento y autoestima del colectivo femenino de la 3ª edad y ahorro en las arcas públicas al estar ahorrándose la plaza del centro de día que a falta de este comercio, sería necesario cubrir.

Para otro momento dejaremos el estudio del colectivo masculino, que tiene manías distintas pero no por ello hemos de dejar en el tintero. Subvencionar un club de alterne se me antoja excesivo, pero deberíamos mirar por el hostelero que acoge a un buen grupo de hombres que con la sola consumición de un chato de vino (o café en su defecto) son capaces de realizar auténticos maratones de dominó o mus.