Por fin se acabó la Navidad, no podía soportarlo más. Como todos los años esto para mi es lo más parecido a una pesadilla, un sueño horrible del que no veo que llegue el día 6 de Enero para despertar.
Lo peor de todo es que llegado el día 7 tengo que empezar desde cero… tanto esfuerzo, tantos medio empleados en los meses pasados, quedan en agua de borrajas. En fin, qué remedio. Como todos los años, vuelta a empezar y a recuperar lo que he perdido en estas dos semanas de comportamiento irresponsable y hasta cierto punto peligroso para la salud.
Por una cuestión de principios, me niego a ir a las rebajas a renovar el vestuario y prefiero meterme en la dinámica habitual para seguir aprovechando esos pantalones que me quedan como un guante o mis camisetas de toda la vida y a las que tanto cariño he tomado. Lo que he estado haciendo los meses anteriores, se merecen el respeto y la consideración suficientes como para no tirar la toalla y volver sobre mis fueros.
Decidido, voy a recuperar mi tripa, estos abdominales que luzco no me quedan nada bien, la ropa me queda ancha y no hay cinturón ni manera de disimular esto. El que me vuelva a salir pelo en el cuerpo es cuestión solo de tiempo, pero lo de la tripa requiere de un gran esfuerzo y perseverancia.
Largas sesiones de cerveza y tapas a cual más grasienta, y una alimentación en casa en consonancia es lo que necesito.
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