viernes, 10 de junio de 2011

Musa


A veces me he decidido a escribir algo y me he plantado frente a la pantalla y el editor de texto con la firme convicción de que voy a escribir algo realmente interesante… que voy a lograr sacar de dentro de mí, textos maravillosos, interesantes, etc., etc…

La cruda realidad es que mi Musa debe de estar de vacaciones o lo que es peor, debió de entrar en alguno de estos planes de prejubilación que está tan de moda últimamente en las grandes empresas de este país.

Ayer creo que fue una de esas jornadas en las que plantado delante del ordenador, me estuve estrujando la cabeza para poder sacar algo interesante para mi (y si ya es interesante para el lector que por ahí se encuentre, sería la leche) y no logré nada… salvo tres párrafos en los que todavía no he dicho nada.

En las búsquedas por ahí de mi Musa (con la sana intención de recuperarla), todo lo más que he encontrado es alguna aprendiz de la misma pero con muy altas pretensiones para su experiencia y currículum indemostrable. Pero claro… ¿qué hacer cuando uno está desesperado? Pagar y aguantarse.

Los resultados en todo este tiempo han sido dispares y dada la situación de crisis y las altas tarifas presentadas, me he visto en la obligación de tantear diferentes propuestas de Musa/Becaria hasta dar con alguna a la que poder ofrecerle contrato fijo con generosos beneficios sociales. Pero el caso es que ayer di con una que me convenció plenamente.

Su tarifa no ha sido especialmente barata y la verdad es que como Musa no vale un pimiento, pero sus masajes con final feliz son como para erigirle un monumento.

Mientras tanto, esperaré aquí relajado a ver si mi verdadera Musa solo se ha ido de vacaciones, porque lo que es buscar a otra, no voy a seguir haciéndolo.

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