jueves, 10 de mayo de 2012

Sueños


El otro día me sorprendí a mi mismo haciendo la cama por primera vez en mucho tiempo.

No sé muy bien a qué obedecía dicho comportamiento, pero ahí me encontraba abriendo las ventanas de la habitación, retirando las sábanas y dejando todo a merced del fresco aire de la mañana.

Tras desayunar, volví a rematar la faena para dejar todo en prefecto orden y recogido. El caso es que al sacudir las sábanas para terminar de orearlas y dar unos buenos manotazos a la almohada, saltaron por los aires montones de palabras que quedaron amontonadas sobre el colchón. “Dios mío”, es todo lo que alcancé a decir al tener frente a mi las palabras que debían componer los sueños e historias que me habían acompañado en mis ratos de descanso a lo largo de ni se sabe las noches (y los días).
Y ahí me vi yo… con un montón de palabras que tal y como estaban no significaban nada y no me permitían rememorar los sueños que había tenido.

De repente algo se apoderó de mi con gran fuerza y me puse a recopilar como un poseso cada una de las palabras que allí se encontraban, para ver si era capaz de recuperar esa parte de mi subconsciente. El trabajo fue duro y no tardé en acabar desesperado y cansado por no llegar a buen puerto en mi cometido, así que tomé una decisión sabia y práctica: partiendo de la base de que tenía ahí un buen repositorio de palabras, ¿por qué no componer lo que me diera la gana? Total, me dediqué a conectar las palabras de la manera que más me gustó.

Al fin y al cabo, eran mis sueños y podrían ser como yo quisiera que fueran.

2 comentarios:

  1. Bonita imagen, la de las palabras tendidas por toda la cama.

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  2. Más bonito es cuando estoy tendido y dormido yo :D.

    Gracias.

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