El verano es una mala época, me convierte en un ser
despreciable. Me he parado a pensar y he visto que en estos días no he hecho
otra cosa que traicionar y traicionar.
He traicionado a las cervezas de siempre y ahora me decanto
por el tinto de verano, los callos de mi vecina, han pasado a un segundo plano
y se han visto plenamente superados por un buen gazpacho.
A mi osito de peluche, lo he abandonado en un rincón del
dormitorio porque el calor que da a la hora de dormir me hace insoportable su
compañía, amén de que he traicionado a mi bien querida y siempre acogedora cama
para echarme las siestas en el sofá y bajo el chorro del aire acondicionado.
Definitivamente el verano es esa época del año en la que me
transformo en un ser del que no te puedes fiar, traiciono a todo lo que debería
ser fiel, que me acompaña todo el año sin rechistar y me hace feliz.
Pero eso sí… ¿y la capacidad de adaptación que tengo? Estoy
encantado, soy un ser camaleónico.
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